Un siglo más tarde, en 1785, doña Maria Josefa Mendivil y Palacio Fernández de Ronderos permutaría al convento la propiedad del inmueble por otros dos que poseía y lo reconstruiría por completo con las características arquitectónicas y ornamentales que hasta hoy conservan sus dos niveles originales.
El obispo de Puebla, Don Antonio Joaquín Pérez Martínez rentó durante algún tiempo la casa ''de los Cañones''.
El monumento histórico albergó durante el siglo XIX al Hotel Universal, propiedad de don Ignacio Guerrero y Manzano, dueño también del Teatro Guerrero, hoy teatro de la ciudad, quien le agregó el tercer piso para convertirlo en Salón de Baile.
La casa ''de los Cañones'' es una obra arquitectónica de singular belleza, pues en ella sobresale la fachada de talavera y ladrillo, el inmenso portón de madera y los vertederos en forma de cañón, únicos en la ciudad de Puebla, que coronan la cornisa y que denotan la alta investidura de sus constructores, así como sus leones que inspiran respeto y temor.
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