domingo, 6 de noviembre de 2016

Profética, casa de Lectura

Fue conocida como casa número 7 de la "calle de la concordia", llamada también "del baño de la limpia", nombre adquirido por los antiquisimos baños de "temascal y placeres" que hasta hace poco existieron a pocos metos de la entrada principal del inmueble que hace esquina con la vieja "calle de Carlos Pacheco" hoy avenida 7 poniente. Al finalizar el siglo XVI, el solar fue conocido en merced el padre Alvariáñez Freile, clerigo presbitero del obispado de Puebla, quien lo solicitó al cabildo angelopolitano el 11 de julio de 1586 y dos años más tardes empezó a edificar en dicho sitio tres pares de casas, las que hacían esquina y cuyo frente principal daba hacia un solar de la iglesia santa Veracruz. Poco años después, en 1608, estas casas pertenecían, junto con las que lindaban con ellas por el lado de la "calle de la Limpia Concepción". hoy 7 poniente, al cirujano Blas Ortiz, quien las terminaría vendiendo al principiar la segunda década del siglo XVII, al licenciado peninsular Rodrigo de Sierra Vargas, quien en repetidas ocasiones se viera precisado a hipotecar el inmueble a favor del colegio Seminario de San Juan Evangelista, para mantenerlas con el decoro propio de abogado de la Real Audiencia de la nueva España. A su muerte, doña Juana Maldonado, su viuda, finiquito las cuentas endienes cotraidas con el Colegio de San Juan.
En 1676, a instancias de padre Alonso Niño de Castro, tesoro, administrador y contador de los reales colegios tridentinos de San Pedro y San Juan, hoy Seminario Conciliar palafoxiano, con el permiso del deán y cabildo catedralicio en sede vacante, la residencia seria reedificada nuevamente desde sus cimientos hasta dejarla de dos niveles.
La propiedad de la finca se mantuvo en poder de la iglesia hasta el 13 de agosto de 1856 en que el señor José María García Bolaños obtuvo su posesión, por la adjudicación que a su favor hizo el gobierno federal con arreglo a las leyes de desamortización de bienes de corporaciones religiosas.
Desde entonces la posesión de la casa ha sido de particulares, siendo el último de ellos la familia Villa Escalera que la rescato del olvido, restauro y acondicionó
espléndidamente para ser sede de "profética, casa de la lectura", ejemplo interesante de rescate patrimonial histórico con un destino cultural de primer nivel.
Hoy en día aún podemos apreciar en sus paramentos externos los recubrimientos de ladrillo y azulejería con motivos de estrellas de ocho puntas, dispuestos de manera muy original.

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